El Pequeño Trianón, uno de los rincones imprescindibles de Versalles

• por Elena Sanz

El Palacio de Versalles es uno de los lugares más visitados de Francia. No es de extrañar, pues aúna historia y cultura, belleza y riqueza, y fusiona un gran valor arquitectónico con unos inmensos y fascinantes jardines. Si visitas este monumento histórico, no puedes perder la oportunidad de conocer el Pequeño Trianón.

El Palacio de Versalles, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es uno de los complejos arquitectónicos más importantes de Europa y cuenta con gran fama y relevancia mundial. En sus más de 800 hectáreas de terreno hay, sin duda, mucho por ver y descubrir, pero hoy queremos hablarte de un pequeño palacio que no puede quedar olvidado durante tu viaje a Versalles.

El Pequeño Trianón: descúbrelo por dentro y por fuera

El Pequeño Trianón es el gran desconocido para los visitantes, pero se trata de un rincón que merece la pena conocer. Hablamos de un dominio del jardín del Palacio de Versalles, situado al sureste del recinto palaciego.

Es un pequeño palacio, rodeado de jardines, que supone una obra maestra de la arquitectura neoclásica. El edificio es obra de Ange-Jaqcues Gabriel (primer arquitecto de Luis XV) y del escultor Honoré Guibert y sigue unas líneas muy puras.

De planta cuadrada, sencillo y ordenado, refleja el estilo griego que tan en boga estaba en el momento. Posee cuatro fachadas diferentes decoradas en estilo corintio entre las que destaca la más espectacular por sus imponentes columnas.

En su interior se encuentran varias plantas, de refinada decoración, con diversas salas (algunas de las cuales se pueden visitar). La planta baja está dedicada al servicio, mientras en la planta noble se encuentran los salones de recepción.

Ya en el ático descubrimos los aposentos de la Reina y los aposentos del Rey; y, en el exterior, nos esperan el pequeño teatro, el templo del amor (un precioso capricho arquitectónico) y varios jardines decorados en diversos estilos.

Los dominios de María Antonieta

El Pequeño Trianón fue construido entre 1762 y 1768 por encargo de Luis XV para su amante favorita, Madame de Pompadour. Tras su muerte, el palacio fue ocupado por Madame du Barry hasta que el trono quedó en manos de Luis XVI. En ese momento, el rey regaló el Pequeño Trianón a su esposa María Antonieta.

Ella realizó algunos cambios y mejoras sustanciales, como la construcción del teatro y la renovación de estilo del jardín botánico. Pero, ante todo, hizo de este rincón su pequeño refugio particular para huir de los lujos y la fastuosidad de Versalles.

María Antonieta disfrutaba llevando aquí una vida sencilla y alejándose de la etiqueta de la corte francesa. Tanto es así que, para resguardar su intimidad, esta zona estaba restringida y nadie podía entrar sin su invitación.

Al visitar el Pequeño Trianón podrás percibirlo como esa encantadora y más pequeña morada que la reina hizo suya. De entre toda su belleza destaca la bonita escalera central situada en el vestíbulo y las vistas a los jardines que desde el palacio se obtienen.

Estos jardines también merecen una visita por ser realmente diferentes y encantadores. En contraste con las líneas geométricas del jardín principal, aquí encontramos un estilo romántico inglés, con lagos y senderos ocultos. En definitiva, este pequeño palacio y sus alrededores constituyen todo un mundo a parte del gran Palacio de Versalles.

Recomendaciones finales para visitar el Pequeño Trianón en Versalles

Recorrer el Pequeño Trianón no te llevará mucho tiempo ya que su extensión no es muy grande. Por esto, no deberías perder la oportunidad de conocerlo. Para acceder a él puedes hacerlo directamente desde la ciudad de Versalles, pero también es posible avanzar desde el palacio principal.

En este segundo caso puedes optar por caminar (aproximadamente unos 25 minutos) o tomar el tren turístico que te dejará en el palacio de María Antonieta en unos 15 minutos.

En suma, en el Pequeño Trianón no encontrarás lujos deslumbrantes ni estancias apabullantes, pero sí un ambiente íntimo y lleno de encanto que jugó un relevante papel en la historia. Pese a que el palacio no fuese construido para María Antonieta, lo cierto es que hay que interpretarlo como su hogar, ya que fue ella quien se hizo cargo y de ella son los recuerdos que allí perduran.